domingo, 1 de noviembre de 2015

EFECTO PIGMALIÓN
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Este efecto sostiene que aquello que piensa un sujeto sobre otro puede tener influencia sobre el desempeño de este segundo individuo.

El efecto Pigmalión puede manifestarse de distintas maneras. Un docente puede tener ciertas expectativas respecto a sus estudiantes, determinando finalmente el rendimiento de los alumnos mediante sus previsiones. El efecto Pigmalión también puede aparecer cuando una persona logra concretar sus expectativas a partir de su convencimiento de poder hacerlo.


Es importante destacar que el efecto Pigmalión puede ser negativo (cuando las expectativas inciden en contra de la autoestima de la persona) o positivo (las previsiones elevan la autoestima).

El efecto Pigmalión en el ámbito educativo ocurre con demasiada frecuencia y resulta negativo para los alumnos escogidos y para el resto. Como se expone en un párrafo anterior, una de sus manifestaciones se da en el aula, cuando los maestros depositan en ciertos estudiantes una serie de expectativas acerca de su rendimiento académico. El primer problema a destacar de este fenómeno es que dichos alumnos no piden ser tratados con favoritismo aunque, pasado un tiempo, comienzan a disfrutarlo y a necesitarlo.

Cuando los docentes deciden que determinados alumnos serán los mejores de la clase, aunque se trate de procesos inconscientes, comienzan a tratarlos de una manera especial, con más paciencia, los empujan sutilmente hacia el éxito, alimentando su ego desproporcionadamente a causa de no exigirles tanto esfuerzo y dedicación como al resto. En consecuencia, dichos estudiantes mejoran su rendimiento constantemente, sorprendiendo a su entorno con cada respuesta, con cada calificación, y alimentando la fantasía de sus maestros.


Una de los principales consecuencias negativas del efecto Pigmalión en los centros educativos es la envidia que siembra en los alumnos ignorados hacia los favorecidos: por un lado, los primeros se sienten disminuidos por parte de sus docentes, creen que no son lo suficientemente capaces como para enorgullecerlos con su rendimiento y esto puede resultar en que dejen de esforzarse; los últimos, por su parte, sufren la envidia pero no pueden permitirse rechazar los halagos de sus maestros y sus mayores, por lo cual desarrollan actitudes que entorpecerán su inserción social en el futuro.

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