EFECTO PIGMALIÓN
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Este efecto sostiene que aquello que piensa un sujeto sobre otro puede
tener influencia sobre el desempeño de este segundo individuo.
El efecto Pigmalión puede manifestarse de distintas maneras. Un
docente puede tener ciertas expectativas respecto a sus estudiantes,
determinando finalmente el rendimiento de los alumnos mediante sus previsiones.
El efecto Pigmalión también puede aparecer cuando una persona logra
concretar sus expectativas a partir de su convencimiento de poder hacerlo.
Es importante destacar que el efecto Pigmalión puede ser negativo (cuando
las expectativas inciden en contra de la autoestima de la persona) o positivo (las
previsiones elevan la autoestima).
El efecto Pigmalión en el ámbito educativo ocurre con demasiada
frecuencia y resulta negativo para los alumnos escogidos y para el
resto. Como se expone en un párrafo anterior, una de sus manifestaciones se da
en el aula, cuando los maestros depositan en ciertos estudiantes una serie de
expectativas acerca de su rendimiento académico. El primer problema a destacar
de este fenómeno es que dichos alumnos no piden ser tratados con favoritismo
aunque, pasado un tiempo, comienzan a disfrutarlo y a necesitarlo.
Cuando los docentes deciden que determinados alumnos serán los
mejores de la clase, aunque se trate de procesos inconscientes, comienzan a
tratarlos de una manera especial, con más paciencia, los empujan sutilmente
hacia el éxito, alimentando su ego desproporcionadamente a causa de no
exigirles tanto esfuerzo y dedicación como al resto. En consecuencia, dichos
estudiantes mejoran su rendimiento constantemente, sorprendiendo a su entorno
con cada respuesta, con cada calificación, y alimentando la fantasía de
sus maestros.
Una de los principales consecuencias negativas del efecto Pigmalión en los
centros educativos es la envidia que siembra en los alumnos ignorados hacia los
favorecidos: por un lado, los primeros se sienten disminuidos por parte de sus
docentes, creen que no son lo suficientemente capaces como para enorgullecerlos
con su rendimiento y esto puede resultar en que dejen de esforzarse; los
últimos, por su parte, sufren la envidia pero no pueden permitirse rechazar los
halagos de sus maestros y sus mayores, por lo cual desarrollan actitudes que
entorpecerán su inserción social en el futuro.